“Jukebox” es el octavo álbum de estudio de la cantante
estadounidense Chan Marshall, mejor conocida como Cat Power. Fue lanzado el 22
de enero de 2008 con Matador Records. Una edición especial del disco incluye
una caja gris brillante y un disco extra con cinco canciones.
El álbum se compone en su mayoría de covers, a excepción de
"Song for Bobby" y "Metal Heart" (ésta ya había grabada en
1998). Este es el segundo álbum de covers de Chan Marshall; el primero, The
Covers Record, fue lanzado en 2000.
En Jukebox hay mil y una razones para sentir ese escalofrío
genial que dejan las buenas canciones. Hay mil y unas razones para partirte el
alma. Para soltar libremente tus emociones. Ni siquiera le pesa ese tono
solemne con el que ahora afronta Marshall sus canciones.
Confieso que si bien “The Greatest” fue un gran disco soul, “Jukebox”
es un disco clásico en el mejor sentido de la palabra. Eso sí, si no esperes
que Cat Power cante las canciones tal y como son. Le aplica su personalidad a
cada una de de la versiones y las canciones las termina haciendo suyas, basta
escuchar New York, New York popularizada por Frank Sinatra o I believe in you
de Bob Dylan…
Marshall empieza el disco desmenuzando el New York, a partir
de ahí, el oyente ya sabe a qué atenerse. Pese a ser un disco de versiones,
ninguna de ellas se parece a la original. Y eso, que de por sí ya es un mérito
en estos tiempos.
Aunque a veces se le ve demasiado contenida (¿por qué en
Lost Someone no deja que la canción siga sonando y sonando hasta que sus
cuerdas vocales digan basta?), la sensación general es de que para Cat Power
éste no es un mero disco de transición o de relleno, sino una obra propia,
cuidada y mimada, que vuela alto y que tiene una edición deluxe que sí se
merece ese calificativo (sólo la espléndida relectura del Breathless de Nick
Cave podría levantar cualquier mal disco) y una hermosísima versión en español
de Angelitos Negros.
Tiene hasta la osadía de reinterpretar una de sus canciones,
Metal Heart, para su nuevo disco. El resultado, con esas guitarras a lo Neil
Young, es auténticamente brutal. A mí, al menos, me tiene hechizado. Las notas
promocionales, tienen en este caso razón: “La música de Marshall parece alzarse
de la nada, envolver la habitación y luego desaparecer; el oyente sabe que algo
le ha golpeado, pero no sabe qué”. ¿Será la emoción?, me pregunto yo….
Seguramente si… es una gran transmisora….
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