50 años de Please Please Me
Antes de la beatlemania y The Ed Sullivan Show; antes de
conocer a la reina Isabel y fumar porro con Bob Dylan; antes de dejarse esos
bigotes colgantes, tomar ácido, descubrir el sitar e ir en peregrinación al
retiro del Maharishi Mahesh Yogi en los Himalaya; antes de que John conociera a
Yoko; antes de que la morsa fuera Paul; antes de que tomaran por asalto la
música popular y, eh, transformaran la cultura occidental; antes de todo eso, a
las diez de la mañana del 11 de febrero de 1963, los Beatles no eran más que la
mejor de las banditas de rock & roll del mundo que estaba en ese momento en
los estudios Abbey Road de Londres para grabar su primer disco. * Doce horas
después, lo habían terminado. * De todas las cosas sorprendentes de Please
Please Me -y hay muchas- la más impresionante tal vez sea la furiosa celeridad
con que se grabó. Hoy, una banda puede tardar doce horas en encontrar el sonido
del bombo. Pero en un solo largo día, con un presupuesto de apenas £400, los
Beatles grabaron diez de las canciones del disco, incluyendo algunos de sus
primeros temas inolvidables, como "I Saw Her Standing There",
"There's A Place", "Do You Want to Know A Secret" y
"Baby It's You". El día terminó a eso de las 22:45, con John Lennon
en cueros, desgañitándose hasta quedarse ronco, en las dos tomas de "Twist
and Shout".
"Fue increíblemente barato, sin pérdidas de tiempo.
Hicimos un enorme esfuerzo", recordaría luego Paul McCartney. "Al
final del día, teníamos un disco."
Los Beatles llegaron al estudio con dos singles ya grabados.
En octubre de 1962, editaron "Love Me Do", un tema blusero que
McCartney había compuesto una vez que se había rateado de la escuela a los 16
años. A "Love Me Do" lo acompañó otra canción original de
Lennon-McCartney, "P.S. I Love You", que daba más pruebas del precoz
talento del dúo para componer canciones, así como de la revolucionaria
extrañeza de sus composiciones: mezcla de rock & roll áspero con
estructuras tradicionales, con raras y hermosas armonías de voz y progresiones
de acordes inesperadas.
Esa actuación les bastó a los Beatles para convertirse en la
banda del momento de la música británica. Poco después, su sello, Parlophone,
les encargó un disco entero. En aquella época, los long play solían tener 14
temas. Así que los Beatles llegaron a Abbey Road esa mañana de invierno
sabiendo que tenían que grabar diez canciones más. Era una tarea para la que
estaban particularmente bien preparados. Habían perfeccionado su arte y se
habían hecho un nombre en vivo, ganándose la reputación de ser un volcán en sus
shows. En Hamburgo, Alemania, y en The Cavern Club de su ciudad natal,
Liverpool, los Beatles se habían hecho conocidos por la intensidad de sus
actuaciones en vivo, así como por su aguante: hacían recitales maratónicos,
impulsados por un atolondrado amor de colegiales por el rock & roll, así
como por estimulantes de venta libre. El 11 de febrero en Abbey Road, el
productor de los Beatles, George Martin, buscó plasmar la energía en vivo de la
banda, transformar un estudio serio, conocido anteriormente por las grabaciones
que allí se habían celebrado de la Orquesta Sinfónica de Londres y de Peter
Sellers, en un anexo del sudoroso y sepulcral Cavern Club. "Fue una simple
grabación del repertorio en vivo [de los Beatles]: casi como una
transmisión", recordó Martin. "Yo había estado en The Cavern Club y
había visto de lo que eran capaces. Les dije: «Grabemos todas las canciones que
tienen»."