Pues ahora el buen Wynton ha aceptado a su lado a Clapton y es obvio que si lo hizo fue porque lo considera un verdadero músico de blues, algo que indudablemente es, a pesar de ser blanco y de haber nacido no en la colorida Nueva Orleans o en el Mississippi profundo, sino en la gris y neblinosa ciudad de Londres.
Marsalis y Clapton, Clapton y Marsalis –dos almas gemelas unidas por el purismo musical y el amor al jazz y al blues– se juntaron en abril pasado, para brindar una serie de memorables conciertos en el Lincoln Center de Nueva York, parte de los cuales ha quedado registrada en el álbum Play the Blues, de reciente aparición. El disco, editado por Warner Music, es una maravilla por donde quiera que se le vea y, sobre todo, se le escuche. La conjunción de este par de extraordinarios ejecutantes, virtuosos de sus respectivos instrumentos (¿habrá que decir que me refiero a la guitarra y la trompeta?) y apasionados preservadores de la historia de la música negra, no pudo ser más afortunada. Lo que emana de esa velada es una maravilla absoluta. Clapton eligió las canciones, Marsalis hizo los arreglos y con el apoyo de la Creole Jazz Band de King Oliver, a la que se le añadió un piano (y, por supuesto, la guitarra del gran Eric), todo quedó a punto para el gozo total de la música en estado puro, esencial.
Hay varios temas que provienen de los años veinte (“Ice Cream”, “The Last Time”, “Kidman Blues”, “Joliet Bound”), así como blueses clásicos (como “Forty-Four de Howlin’ Wolf) y hasta una versión asombrosa, como de funeral en Nueva Orleans, de “Layla”, la emblemática canción de Clapton (ver video).
Al final aparece un enorme invitado: el mítico Taj Mahal, quien añade mayor profundidad con su legendaria voz.
Cuando dos genios musicales se juntan, el resultado no puede ser sino gozoso y enriquecedor. Este es el caso de Eric Clapton y Wynton Marsalis a la hora de tocar el blues.
Fuente: http://musica.nexos.com.mx/
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