Jean Baptiste “ Django “ Reinhardt vino al mundo en la
ciudad belga de Liverchies en Enero de 1910 y no es aventurado decir que nació
artista de los pies a la cabeza. Como los de su raza, vivió gran parte de su vida en una carreta y
haciendo nomadismo ya que su familia se dedicaba al espectáculo de la cabra y
el oso amenizados con el violín del padre y su banjo. Ya a la edad de nueve
años le dieron un premio en reconocimiento a su gran destreza con el banjo.
Uno de los
acontecimientos que marcó su futuro como guitarrista le ocurrió a los 18 años,
la carreta sufrió un incendio. Su primera mujer “ Bella “ se dedicaba a la
venta ambulante de flores artificiales, éstas eran de un material inflamable y una noche que Django volvía de
una de sus actuaciones debió de volcar una vela mientras dormía. Debido a éste,
a Django le quedaron inmovilizados dos dedos de la mano izquierda, pasó año y
medio en un hospital creyendo que su carrera como músico había terminado prematuramente,
pero gracias a su constancia y sobre todo a su genio, consiguió superar la
adversidad y pronto se convertiría en el virtuoso guitarrista que fue. Uno de
sus hermanos le llevó al hospital una guitarra y desde entonces cambió el banjo
por ésta que ya no dejó hasta el final de sus días, teniendo que inventar una
nueva técnica de digitación acorde a sus facultades.
Existen documentos
sonoros de Django antes del accidente tocando el banjo, acompañado por Jean
Vissade (acc) y Francesco Cariolato (xyl) ó con Victor Marceau (acc).
Django se
introduciría en el jazz por la escucha de Duke Ellington y Louis Armstrong y
según sus propias palabras le atrajo porque en él encontró la perfección formal
y la precisión instrumental que admiraba en la música clásica y la música
popular no tiene. ¿No es ese, el mismo camino que nos ha llevado a muchos
aficionados al jazz?
Por esas fechas lo
conoció Jean Cocteau que escribiría: “ Esa guitarra que se ríe y llora,
guitarra con voz humana.”
Los primeros frutos
de esta unión fueron unos conciertos acompañando a la voz de Jan Sablon junto a
A.Ekyan (sa), Eugene D’Hellemes (tbn), Michel Erner (p), S.Grappelli (vio) y
D.Reinhardt (g). Esto ocurrió en 1934 y poco después, éste mismo año fundaría
el Quinteto del Hot Club de Francia, grupo con el que obtendría fama y
reconocimiento. La formación inicial del QHCF fue: Django (g) S. Grappelli
(violín) Joseph Reinhardt (g) Roger Chaput (g) y Louis Vola (b) este grupo
asombraría a toda Europa con sus grandes dosis de swing y la facilidad de
Django para la improvisación que unida a
su virtuosismo como guitarrista les haría merecedores del galardón de mejor
banda del continente.
La 2ª guerra mundial
les sorprendió en Londres donde se quedó Grappelli, volviéndose el resto del
grupo a Francia. Mientras el resto de sus hermanos de raza sufrió la
persecución y los campos de concentración, ( Hay un excelente Cd dedicado a
este tema a cargo de Christian Escoudé titulado “ A suite for gypsies “),
Django consiguió ser el protegido de uno de los funcionarios de la
administración nazi aficionado a su arte, a la vez y aunque sea paradójico a
Django lo convirtieron en uno de los símbolos de la resistencia.
En los años que
estuvieron separados Django y Stephane el violín de éste fue sustituido por un
clarinete, tocado por Hubert Rostaing, sin duda influenciado por la orquesta de
Benny Goodman.
Aún así, no crean
que a Django se le subió la fama a la cabeza, siguió siendo el mismo personaje
racial y tímido toda su vida como
demuestra la siguiente anécdota referida en una entrevista hecha a S.
Grappelli.
Había una señora de
la alta sociedad parisina que acostumbraba a dar grandes fiestas, amenizadas
por afamados músicos. En una ocasión los invitados eran Andrés Segovia y
Django, habían pasado tres horas desde que el maestro de la guitarra clásica
terminara su actuación y se esperaba la llegada de nuestro personaje, al fin
éste apareció pero sin su guitarra y después de la negativa del maestro a
prestarle la suya, hubo que ir en taxi en busca de una, aunque tubo que tocar
con un instrumento de muy mediocre calidad, al finalizar la actuación Andrés
Segovia preguntó a Django como podría hacerse con esa música, refiriéndose a
las partituras, Django le respondió, riéndose, que en ningún sitio, solo estaba
en su cabeza ya que había sido una improvisación. No podía ser de otra forma ya
que no sabía leer ni escribir, cuando menos música.
Con respecto a su
guitarra, decir que empleó una Selmer, instrumento que diseñó a su medida el
gran lutier italiano Maccaferri y que probablemente sin saberlo hizo la primera
guitarra de jazz.
En los años
siguientes Django compartió escenario con todos los jazzmen americanos que
visitaron Paris. Coleman
Hawkins, Bill Coleman, Benny Carter, Joe Turner etc etc. En 1946 viajó a
Estados Unidos para hacer una gira como invitado especial de la orquesta de
Duke Ellington de la que solo queda un documento sonoro gracias a George
Steiner que colgó un micrófono en un palco del
Chicago Civic Center.
Cuentan que en una
de las actuaciones de esta gira dio plantón al mismísimo Duke. De camino al teatro se topó con unos
billares, juego del que era gran aficionado, tanto se ensimismó con el billar
que olvidó la cita con la música, llegando a la actuación cuando ésta había
empezado.
De este viaje volvió
un tanto decepcionado, pensando que la reacción del público americano no había
sido todo lo acogedora que él imaginaba que sería. Por estos años Django tocó
con una guitarra eléctrica, instrumento con el no llegaría a las cotas de
virtuosismo conseguido con la acústica.
Siguió tocando unos
años más con el QHCF y con las más prestigiosas estrellas del jazz que
visitaban Francia, en 1948 dio unos conciertos con el gran Dizzy Gillespie,
Django había asimilado la revolución del Be- Bop. Poco tiempo después se retiró a su ciudad
natal dedicándose estos últimos años de vida a la pesca y a la pintura. De
forma imprevista y debido a un fatal golpe le sobrevino una hemorragia cerebral
que acabó con su vida en 1953 a los 43 años de edad.
Pero a Django lo
mantienen vivo sus más de 250 grabaciones a 78 r.p.m y una legión de seguidores
de su estilo, tanto gitanos: Bireli Lagrene, Bolou y Elios Ferré, Christian
Escoudé, su hijo Babik como “payos “ René Thomas, Philip Catherine, Larry
Coryell, Jim Hall, Jerry Garcia, Jeff Beck, Fred Sharp, Jonny Hepbir y un largo
etcétera, existiendo por todo el mundo réplicas del Hot Club de Francia, donde
en la actualidad puede escucharse su música: Holanda, Escocia, Italia, Australia,
Canadá, en USA los hay en Chicago, San Francisco, New York...
Recientemente Woody
Allen le ha dedicado una de sus películas,” Acordes y Desacuerdos”, por lo que
con la entrada del nuevo milenio Django vuelve a estar de moda entre la
intelectualidad, circunstancia que no ha dejado de ocurrir desde los comienzos
de su carrera.
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