Los puristas afirman que Pat Metheny en sus inicios fue un
extraordinario guitarrista de jazz, pero que poco a poco se fue por otros
rumbos musicales. Los amantes del jazz afirman que Pat es un extraordinario
músico que vive en la búsqueda constante de nuevos sonidos, nuevas texturas
musicales, nuevas atmósferas y que sus discos y conciertos hay que
agradecerselos. No sé, creo que la cuestión es que el guitarrista
estadounidense no quiere repetirse, no quiere aburrir ni aburrirse y a partir
de su talento y calidad compone y toca para sorprender a propios y extraños con
sus discos y giras.
Nacido en Missouri, Estados Unidos en 1954, en el seno de
una familia de músicos, a los ocho años, siguiendo el ejemplo de su hermano
Mike, Pat empezó a estudiar trompeta. A los quince años tocaba con combos de
jazz locales en clubes de su ciudad, alternando la trompeta con la guitarra. En
uno de esos clubes lo escuchó un profesor de la Escuela de Música de la
Universidad de Miami quien le ofreció una beca para seguir sus estudios, Pat
aceptó y completó la licenciatura en guitarra de jazz en Miami. El Berklee
College of Music de Boston le ofreció una beca para especializarse, aceptó y al
finalizar sus estudios se quedó durante unos años como profesor donde tuvo
alumnos como Mike Stern y Al Di Meola.
Pat quería tocar, componer más que enseñar, dejó Berklee y
grabó su primer disco en 1976, Bright Size Life, que tuvo una muy buena
aceptación y le produjo contratos para realizar presentaciones en ciudades de
Estados Unidos y Europa. En 1977 formó el primer Pat Metheny Group que a la
fecha conserva y que cambia su formación de acuerdo a sus planes para cada
disco y para cada gira, entre las filas de su grupo han pasado músicos como el
bajista argentino Pedro Aznar y el baterista mexicano Antonio Sánchez.
En 1992 Pat compuso catorce temas que pensó grabarlas con
una orquesta sinfónica y él en las guitarras eléctrica y acústica, bajo, piano
y sintetizadores, para ello invitó a la London Orchestra, dirigida por Jeremy
Lubbock, bajo el sello disquero del gran David Geffen y así nació Secret Story,
un disco que puede ser una ópera-jazz o puede ser jazz sinfónico, la etiqueta
que se le cuelgue es lo de menos, es música, es jazz de extraordinaria factura,
con todo el sello de Pat Metheny.
Secret Story es un disco conceptual, concebido por Pat como
una historia, así, cada corte se enlaza con el siguiente a través de un
discurso musical muy interesante y que pocas veces se había abordado en el jazz
y cuando se había abordado no había sido con tal calidad y fortuna. Este es u
disco maravilloso, una joya musical que significó el culmen de la carrera
musical de Pat, un culmen que apunta cada vez más alto, porque de veinte años a
la fecha el músico ha seguido sorprendiéndonos con obras más experimentales,
arriesgadas, disfrutables.
En una entrevista concedida a Roy Firestone en 1992, y ante
la pregunta de si había conseguido llegar a lo que deseaba musicalmente con
Secret Story, el siempre auto-exigente Pat Metheny le respondió que este CD era
lo más cercano a sus ideales que había hecho hasta el momento. Conociendo el
habitual pesimismo de Pat hacia su propio trabajo, estas declaraciones eran más
que reveladoras. Y es que, incluso los que intentamos huir de pronunciamientos
absolutos, solemos coincidir en que Secret Story es, posiblemente, la mejor
obra en toda la carrera de Metheny, así como una de las más importantes del
siglo XX. No en vano Wayne E. Goins dedicó a este CD todo un libro: Emotional
Response to Music: Pat Metheny's Secret Story
¿Cómo pudo Pat concebir una obra de tal calibre?
Pues de la forma más irracional: por amor. Secret Story es un viaje musical a
través de la relación sentimental que el guitarrista mantuvo con la brasileña
Shuzy Nascimento, a quien conoció en el club Jazz Mania de Rio de Janeiro. La
obra vuela a través de diversas fases, con un comienzo prometedor cual
amanecer, una fase intermedia dulce y romántica y un final triste y melancólico
que evoca el final de la pareja. Shuzy no llevaba bien la idea de que Pat diera
casi 300 conciertos anuales por todo el mundo y rompió con él. Lo sentimos por
Metheny, pero lo cierto es que esa ruptura provocó, en la parte final del
disco, y según palabras del propio músico, "los mejores 20 minutos de
música que he escrito jamás"...
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